Prueba de Papanicolaou

Las pruebas de Papanicolaou generalmente se realizan durante un examen ginecológico. Una vez que la vagina ha sido extendida con el uso de un dispositivo llamado espéculo, se utiliza un cepillo pequeño y estéril para recoger células del interior de la abertura cervical y una pequeña espátula para obtener células desde el exterior del cuello del útero. Estas células se colocan en un portaobjetos de vidrio y se examinan bajo un microscopio para identificar posibles células anormales del cuello uterino, las cuales indican la presencia de cáncer cervical o de lesiones precancerosas, que eventualmente se convertirán en cáncer cervical.

Prueba del VIH

Una prueba del VIH se realiza por lo general mediante la sangre, aunque también pueden emplearse otros fluidos corporales tales como la saliva o la orina. Cuando una persona está infectada con el VIH, el sistema inmunológico crea anticuerpos que están diseñados para combinarse con ese virus. Estos anticuerpos casi siempre aparecen en la sangre 2 semanas después de la infección. La mayoría de las pruebas del VIH tienen dos partes: la prueba inicial y la prueba de confirmación. La prueba inicial utiliza un producto químico que se torna fluorescente cuando estos anticuerpos están presentes en la sangre, mientras que la prueba de confirmación es más sensible, ya que implica la separación de todas las proteínas en la sangre y el uso posterior de proteínas especiales que están diseñadas para reconocer específicamente los anticuerpos del VIH. A medida que se busca mayor precisión en esta prueba, se debe invertir más tiempo y dinero.

Ahora bien, para dar respuesta a la pregunta que encabeza este artículo, se debe partir de que los procesos implicados en una prueba de Papanicolaou y la prueba del VIH son completamente diferentes y, en consecuencia, una prueba de Papanicolaou no detecta este virus. Sin embargo, una infección por VIH puede causar ciertos cambios que sí pueden ser detectados en una prueba de Papanicolaou, por ejemplo, la condición conocida como displasia cervical, en la que las células del cuello del útero crecen de manera anormal. Por otra parte, las infecciones por el VIH también pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad inflamatoria pélvica. Esas posibles alteraciones habitualmente dan al traste con resultados anormales en las pruebas de Papanicolaou, provocando que los ginecólogos recomienden otras pruebas, incluyendo la del VIH y otras ETS.